jueves, 29 de diciembre de 2011

GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS

Cuando el escritor entró en aquel lugar, sintió cómo su alma se llenaba de paz. Aquella luz que llegaba del cielo a través del rosetón central de la catedral se mezcló con su razón y con la tormenta de sentimientos que inundaban lo más profundo de su ser. El escritor quería volver a sentir. Soñaba con encontrar aquello que desde hace años buscaba. Y aquella luz y aquella paz y aquel silencio lo acercaron a él. Y, aunque sabía que ni podía ni debía, lo puso a prueba. Arrodillado ante él, le pidió, no sin lágrimas en los ojos, que nada en esta vida pasara por casualidad. A cambio prometió volver pronto. Y durante horas resonó aquella canción que empezaba diciendo "Gloria a Dios en las alturas". El escritor seguirá buscando hoy respuestas perfectas a sus numerosas preguntas. Pero nadie sabe si la distancia es hoy infinitamente más corta.

sábado, 24 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!

Estos son días entrañables. Y aunque a veces no están a nuestro lado aquellas personas que amamos, creo que son días bonitos que merece la pena disfrutar. No me voy a extender aquí acerca del espíritu navideño, acerca de la discusión sobre cuándo nació el Niño Jesús, acerca de la crisis galopante que nos asesta golpes a diario o acerca de si será capaz de sacarnos de ella el nuevo Gobierno. Da igual, vamos a disfrutar por unos días de la familia, de los amigos y, el que pueda, de comprar unos regalos para sus seres queridos. O para él mismo, que es mi caso. Ya tengo sobre la mesa un par de perfumes, algunos libros, algo de ropa. Cuando me han preguntado en las tiendas si me los envuelven para regalo, les he contestado con una dulce sonrisa dibujada en los labios: "Sí, claro". En fin, desde aquí quiero desearles unas felices fiestas de Navidad.

domingo, 18 de diciembre de 2011

EL SÍNDROME DE DIÓGENES


Hoy es el día ideal para hablar del denominado Síndrome de Diógenes. Ahora explico los motivos de esta entrada. Pero, antes de seguir, es necesario contar que he estado buscando información para tener claras algunas ideas relacionadas con esta cuestión y, de entrada, me pregunto por qué razón se llamará de esta forma dicho síndrome.

Diógenes de Sínope, también conocido como Diógenes el Cínico, fue un filósofo griego nacido en Sínope hacia el año 412 a. C. y fallecido en Corinto en el 323 a. C. Vivió como un vagabundo e hizo de la pobreza extrema su virtud. Perteneció a la escuela cínica, cuyas ideas se basaban en los principios de la autosuficiencia, es decir, vivir de forma natural y alejado de los lujos de la sociedad. La filosofía cínica busca la liberación de los deseos y la reducción total de las necesidades del ser humano. Se cuenta que Diógenes de Sínope tenía como únicas pertenencias un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco. Un día vio a un niño beber agua con sus propias manos. Y entonces se deshizo del cuenco.

Si Diógenes vivía de esta manera, tan alejado de los bienes materiales, tan cercano a la pobreza más extrema, ¿por qué el síndrome citado al principio de esta entrada recibe su nombre? No en vano, se trata de un trastorno del comportamiento que suele afectar a personas de avanzada edad y que viven solas. Dichas personas abandonan totalmente su cuidado personal y sus relaciones sociales. Se aíslan en su hogar y, en la mayoría de los casos, acumulan grandes cantidades de dinero o de desperdicios. Por esta razón, me preguntó por qué Diógenes dio nombre a este trastorno. Él predicaba justo lo contrario.

Más de uno se estará preguntando ahora por qué hoy me ha dado por dedicar una entrada al mismísimo Diógenes. Bien, desde que llegué anoche a mi casa no he vuelto a salir. He estado todo el día leyendo, escuchando música, intentando escribir, estudiando y también ordenando todo lo que tenía sin recoger. La verdad es que parecía que se hubiera producido una batalla campal y era hora de poner un poco de orden.

He llenado cuatro bolsas de basura grandes. Camisas, jerséis y pantalones que nunca más me iba a poner y que formaban parte del museo textil que tenía guardado en los armarios. Un montón de zapatos que no consigo combinar. Algunos viejos, otros no tanto. Camisetas y otras prendas que, créanme, hace ya años que no uso. Me he preguntado varias veces a lo largo del día para qué guardaba todo eso.

Cuando he acabado con la ropa, he seguido con la cocina. Increíble. Productos caducados desde hace varios años. Pan rallado con una nota que decía “consumir preferentemente antes del final de noviembre de 2010”. Más de un año. Una lata de conserva que debía haber consumido allá por el 2009. Aunque la palma se la lleva un bote de setas que caducó en 2007. ¿Cuándo la compraría? Tampoco es plan de indicar aquí el listado de productos que he tirado. Pero he llenado tres bolsas de basura. En este caso, pequeñas. ¡Pero tres! Miel sin abrir, botes de especias, salsas orientales, bolsas de legumbres. ¿Entienden ahora por qué he pensado hoy en Diógenes?

Para finalizar y volviendo a la definición del Síndrome, dicho trastorno dice que las personas afectadas pueden acumular grandes cantidades de dinero o de desperdicios. Está claro que yo pertenezco al segundo grupo. Y les pido un pequeño favor. Si observan que estoy absolutamente aislado, que no contesto a sus correos o a sus llamadas, que no me ven por los cafés de siempre, en fin, que me alejo de mi mundanal y ruidosa vida habitual, ayúdenme. Gracias. Hasta pronto.

jueves, 8 de diciembre de 2011

FRENAZO EN SECO

Hace un tiempo charlaba con un anciano acerca de la vida. Me contaba que la suya había pasado demasiado rápido. Y su conclusión, después de más de dos horas de conversación, fue esta: "chico, nos levantamos por la mañana para ir a dormir por la noche". Dicho de otra manera, nacemos para algún día morir. Y es que, de forma ineludible, la muerte es algo que, aunque suene paradójico, está directamente relacionado con el hecho de vivir. He escrito esta canción pensando en aquellas personas que algún día fueron importantes y hoy ya no están, y, especialmente, en algunos amigos y en un primo con el que tenía una relación muy especial. Seguro que cada uno de vosotros puede hacer suyos estos versos y situarlos en un lugar, en un tiempo y en su particular contexto. Y, por supuesto, cada uno puede tener su propio monstruo de acero, aquel ángel divino encargado de venir a buscar al ser querido para presentárselo a Dios. Da igual cómo sea ese final porque lo que cuenta es que la persona se va, pero siempre quedará entre nosotros el recuerdo de lo que significó para nuestras vidas.

El título es Frenazo en seco. Y estos son los versos de la canción:

Te digo donde empezó todo: fue en Maleján
Maldita madrugada, finales de agosto
El monstruo de acero volando os lleva al fondo
Vuestra vida truncada sin cumplir mil deseos

Una vida a mil por hora, frenazo en seco
Todo el mundo lloraba, se oscureció el cielo
Ahora solo pienso en que algún día nos veamos
No sé decirlo de otra forma, os echo de menos

Y aún recuerdo aquella tarde
Sentaditos en un banco
Aún resuenan los acordes
De aquella vieja escoba rota
Y aún recuerdo aquella tarde
Sentados pasando frío
Aquel cigarro a escondidas
Hablando de amores perdidos

Aún hoy os tengo ante mí cuando me despierto
De una cosa estoy convencido, estoy seguro
Que de momentos alegres se llenó el cielo
Y que hasta los ángeles son ya vuestros amigos

Aquellas risas en fiestas fueron despedida
No sabemos nunca cuándo llegará el final
Ahora solo pienso en que algún día nos veamos
No sé decirlo de otra forma, os echo de menos