martes, 1 de diciembre de 2015

DESEO CONSTANTE DE VOLVER A VERSE

En mitad de la tormenta, un abrazo envuelto entre los ropajes de una promesa eterna. Se cruzan las miradas y la chispa del deseo alimenta sonrisas disfrazadas de disimulada ternura. Se rozan los cuerpos sin tocarse, con solo mirarse. Se aman en silencio, casi sin hablarse. Sus “te quiero” funden en su imaginación el hielo de las cadenas que marcan el sentido de su perenne hastío.
Luego se despiden. Se desean, se piensan, se recuerdan y se encuentran. Desde entonces, pese a la distancia, cada cierto tiempo rompen las desesperantes ausencias que separan sus caminos para unirse y convertirse en un solo ser en algún lugar de cuya pared cuelga un dibujo en cuyo centro destaca un corazón idílicamente enamorado, atravesado por una flecha y con dos nombres escritos con letras bañadas en oro. No hay preguntas. No hay lamentos. Solo el deseo constante y resignado de volver a verse.