viernes, 19 de agosto de 2011

EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE

Homo homini lupus. El hombre es un lobo para el hombre. Es esta una locución latina popularizada en el siglo XVII por el filósofo inglés Thomas Hobbes y que utilizamos para hacer referencia a los horrores y maldades que el propio ser humano es capaz de aplicar a sus congéneres.

Leí hace algún tiempo un reportaje acerca de un estudio psicológico del comportamiento del hombre. Dicho estudio narraba cómo personas que siempre habían tenido una conducta excepcional e irreprochable con sus familiares, amigos o vecinos, se convertían en auténticos verdugos en determinadas situaciones. Se citaban ejemplos concretos tan macabros que llegaban a estremecer.

Por su parte, el DRAE, en su sexta acepción, define el vocablo verdugo como persona muy cruel o que castiga demasiado y sin piedad.

Sentado esta mañana frente al mar, leía tranquilamente La vida es sueño. Entre la segunda y la tercera jornada de la comedia de Calderón de la Barca he decidido hacer un breve descanso. Me he conectado a internet para echar un vistazo a las principales cabeceras digitales de nuestro país. No sé por qué razón me ha dado por contar el número de víctimas que se acumulaban en diferentes noticias: Iraq, Pakistán, Siria, Libia, una mención a los crímenes de Noruega o el conflicto entre Israel y Palestina, entre otros. He anotado en un papel las muertes causadas de forma violenta. Más de 150 en diferentes países.

Más tarde he visto las escalofriantes imágenes de unos soldados abusando no ya de prisioneros de guerra, hecho absolutamente abominable también, sino de unos ciudadanos que habían sido detenidos por las protestas contra el régimen de Bashar Asad, presidente sirio. Se repite la historia. Da igual si los soldados son sirios, serbios, ingleses o estadounidenses. Da igual quien sea el verdugo. Una vez más, insisto, una vez más, el que tiene el rifle en la mano abusa del que está esposado y con la cara cubierta. Deplorable. Detestable.

Minutos después, al fin, los deportes. Pero hoy, justo hoy, se abre la sección con la Supercopa de España. Ese partido que, se suponía, iba a ser una nueva fiesta del fútbol español y que se convirtió en un espectáculo vergonzoso. También se supone que los deportistas son ejemplo para los más pequeños. Esperemos que esta vez no sea así. Sentí vergüenza. Hace poco más de un año el mundo entero admiraba a los nuestros al conquistar el primer Mundial. Hoy deben estar riéndose, o llorando, por lo que se vio en el césped del Camp Nou.

En fin, creo que seguiré soñando la vida con Calderón entre mis manos:

“¡Válgame el cielo, qué veo!
¡Válgame el cielo, qué miro!
Con poco espanto lo admiro
Con mucha duda lo creo”

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