domingo, 27 de octubre de 2013

EL SOL DE LA MAÑANA


En este dominical amanecer, un año y un día después de aquella cita, brotan sentimientos que guardan para sí, y dentro de mí, ideas sublimes que no puedo expresar. Es un pensamiento perdido. Un café entre murmullos, perfecto en una mañana de un octubre que muere. Un papel inmaculado y un lápiz que amenaza con disparar el esbozo de un primer garabato multiforme, pero con sentido.

Era un momento soñado. Aquella llamada inesperada y el temblor emocionado de una madre cuando escucha la dulce voz de un hijo. Un cuerpo de mujer. Enigma en su mirada. Una melodía, un ritmo, una canción. Una guitarra criolla, contaban. Unos dedos, los míos, y sus cuerdas.

Como el sol de la mañana, entraste por mi ventana. Dicen que todo llega y todo pasa. Pero tú rezas al alba, arrodillada, mirando al cielo, para que, por una vez, el curso de la historia cambie de rumbo y no siga caminando por aquellos senderos donde esperan emboscadas siempre escritas.

Y tachas las palabras de un poema mal copiado, de un relato nunca escrito. Trazas tu pena sin llanto. Deseos de noches sin sueños. Un cero a la izquierda. Un grito apagado. Una bala perdida. Un tema zanjado. Un pasado olvidado. Una muerte anunciada. Un destino, de nuevo, marcado. ¡Un final ya descrito! ¡No! Lo borras todo y vuelves a tener ante ti aquel papel inmaculado.


José Antonio López Arilla © 2013

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