A veces, cuando canto sin sentir lo que cuentan esos versos
que escribí en la madrugada, cuando hablo sabiendo que no crees en la verdad que
se refleja en mis palabras, y cuando intento atravesar tu alma con las flechas
de mis sentimientos y no alcanzo a rozar tu cuerpo con la yema de
mis dedos, quiero llorar y no puedo.
A veces, solo a veces, cuando los secretos escondidos en lo más
recóndito de mi ser abren puertas y ventanas, y huyen buscando tu regazo y tu aliento, tu calma y tu abrigo, la paz y el sosiego,
cuando nadie oye los sonidos de un silencio que implícitamente solicitan su ayuda,
y cuando todos creen que el poeta sucumbe como pez en el agua en mares de hostil soledad, quiero llorar y morir ahogado en las lágrimas de una pena que me mata
y que me hunde, que te alegra y te revive.
A veces, aun siendo esclavo de tu tormento y cuando nadie entiende que este mundo es un
teatro, que muchos entran y se van por donde vinieron, y que unos pocos se
quedarán para siempre, cuando plasmas en papel el futuro que imaginas y esperas
sentado el momento de partir, cuando te extraño y maldigo tu ausencia, y muero
de deseo por tenerte a mi lado, lloro de nuevo. Y miro al cielo. Y busco a
Dios. Y plegarias de locura rezo para que al despertar, como en aquella
madrugada en la que soñé tus versos, estés de nuevo a mi lado.
José Antonio López Arilla © 2013
A veces, solo a veces, leer los sentimientos de un extraño, me ponen un nudo en la garganta.Gracias, con ayuda de mis muertos me voy a llorar un rato por las ausencias .
ResponderEliminarFina, a veces, muchas veces, es el comentario de un extraño, no tan extraño, el que pone un nudo en mi garganta y también el que me anima a seguir buscando inspiración.
ResponderEliminarNo tengo facilidad de palabra por eso sólo puedo decirte que me ha encantado!
ResponderEliminarReyes