Algunas casas situadas junto a la N-122 |
Maleján en plena fiesta mayor |
Cada vez que estoy en Maleján, salgo a pasear por los caminos que rodean el pueblo. Y por los campos de trigo, hoy ya trillados. Miro al horizonte y gozo del silencio que ofrece la inmensidad del paisaje, ese silencio imposible que soy capaz de escuchar y que acompaña al sonido del viento, que silba desde las cumbres del Moncayo, la gran montaña que contempla majestuosamente toda la comarca del Campo de Borja. Y entonces, aunque no espero la llegada de la muerte, Dios me libre, veo pasar mi vida por delante. Y recuerdo cómo jugaba en la primera casa familiar que conocí. Y recuerdo el burro de mi abuelo. Y los bocadillos de chocolate que me hacía mi abuela. Y recuerdo a mi hermana Ana jugando en medio del camino, con tierra hasta en las orejas.
Parte vieja de la casa de mis abuelos. De película de terror |
Juanjo, el alcalde de Maleján, animando el tradicional "baile del roscón" |
Cuando se cuenta la vida desde dentro desde el recuerdo inmaculado las palabras fluyen limpias libres y quizá pueriles, pero esas palabras llegan y se posan en el corazón del lector que descubre esa parte sensible del trobador que de vez en cuando, encuentra sus versos.
ResponderEliminarNo sé si como lectora me dejo llevar por lo que escribes. Pero me imagino que en alguna medida ese es tu objetivo como escritor, contagiarnos con tus palabras ¿No? Yo, como lectora me dejo llevar, me imagino los lugares que describes, como en este caso. Considero que me gusta la lectura y me gusta tu blog, así que aquí me quedo, a la espera de una nueva entrada. Que tal vez me permita imaginar o simplemente dejar un día pesado atrás. ¡Gracias Trovador!
ResponderEliminarGracias. Leyéndote es como si hubiera estado en Maleján.
ResponderEliminarDomènec
¡Anima muchísimo leer vuestros comentarios! ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarAlgo que me ha gustado del texto: la objetividad. Alguien cuando escribe puede tener un sólo objetivo, como es entretener. Sin embargo, cuando escribimos sobre temas tan particulares, intimistas y subjetivos como estos, la cosa cambia. La memoria individual. El paso del tiempo. Arquitectura. Recuerdos. Entonces la labor no es la de un trovador, sino del escritor, la del recordante, la del cronista, la del informador, la del pensante y, sobre todo, la del que comparte lo suyo con los demás.
ResponderEliminarLlevo veinte años en estas tareas, tanto que al final lo vocacional -escribir- puedo más que lo académico, con lo que supone dedicarse a algo que muy pocos valoran, so pena sobre todo de que les resulte incomprensible que escriba sobre aspectos que para muchas personas debieran quedarse en un ámbito reducido (recuerdos de familia, localizaciones, nombres y apellidos) cuando debieran saber ellos que esto, lo de escribir y publicar es algo que permanece cuando nosotros nos vayamos y ayuda a mantener vigente una memoria colectiva.
Mi padre es nacido en Magallón. Habitante de Alberite. De Maleján tambien tengo hartos recuerdos. Arjol de Castejón de Valdejasa. En fin...