sábado, 18 de agosto de 2012

PARA NO OLVIDAR

Mis tíos y mi padre (traje oscuro), unos cuarenta años atrás
- ¿Cuál es tu nombre?, preguntó el médico.
- Auguste.
- ¿Apellido?
- Auguste.
- ¿Quién es tu marido?
- Creo que... Auguste.
- ¿Qué edad tiene?
- 51.
- ¿Dónde vive?
- ¡Oh! ¡Tú ya estabas con nosotros!
- ¿Es usted casada?
- Estoy tan confundida.
- ¿Sabes dónde estás?
- Aquí y en todas partes. Aquí y ahora. No puedo culparlos.
- ¿Dónde estás?
- Todavía estamos viviendo.

Corría el mes de noviembre de 1901. El marido de la señora Auguste Deter decidió llevarla al hospital dado que había observado como su carácter había cambiado drásticamente en los últimos meses. Ella se mostraba agresiva por cuestiones simples y, además, se sentía perseguida por otras personas. El doctor Alois Alzheimer (1864-1915) estudió a la señora Deter desde aquel día hasta el momento de su fallecimiento en 1906. Las conclusiones del análisis post mórtem del cerebro daban a conocer los síntomas de lo que posteriormente fue denominado enfermedad de Alzheimer. Este es un fragmento del estudio realizado por el neurólogo alemán:


"Uno de los primeros síntomas de la mujer de 51 años fue un fuerte sentimiento de celos hacia su marido. Pronto mostró progresivos fallos de memoria, no podía encontrar su camino a casa, arrastraba objetos sin sentido, se escondía o a veces pensaba que otras personas querían matarla, de forma que empezaba a gritar. Durante su internalización sus gestos mostraban una completa impotencia. Estaba desorientada en tiempo y espacio. De cuando en cuando decía que no entendía nada, que se sentía confusa y totalmente perdida. A veces consideraba la llegada del médico como la visita de un oficial y pedía perdón por no haber acabado su trabajo, mientras que otras veces comenzaba a gritar por temor a que el médico quisiera operarla. En ocasiones lo despedía completamente indignada, chillando frases que indicaban su temor a que el médico quisiera herir su honor. De vez en cuando estaba completamente delirante, arrastrando las mantas de un lado a otro, llamando a su marido y a su hija, y con aspecto de tener alucinaciones auditivas. Con frecuencia gritaba durante las horas y con una voz horrible. La regresión mental avanzó gradualmente. Tras cuatro años y medio de enfermedad la paciente falleció. Al final estaba completamente apática y confinada a la cama donde adoptaba una posición fetal."

Este texto resume perfectamente los síntomas de los enfermos de Alzheimer. Dejan de ser lo que un día fueron. Cuerpos sin alma. El recuerdo de una vida plagada de vitalidad, de recuerdos, de aventuras, que ya nunca volverá a ser como antes y que, además, se va apagando poco a poco.

Hoy, ahora, cuando sabes que se aproxima el final, es inevitable pensar en los buenos ratos que pasamos juntos. También en la fugacidad de la vida y en aquellas cuestiones metafísicas sobre las que charlábamos hace ya muchos años.

Tío, la última vez que te vi, cuando nos despedimos, me dijiste: "encantado, ¿eh? Y saluda a los niños" (no tengo hijos). Ahí supe que ya no estabas, que hacía ya mucho tiempo que te habías ido.


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. (Modificación texto anterior; comentario realizado por Ciscu)

    Fue a partir del filósofo René Descartes cuando se inició el debate entre el "dualisme versus de monisme". El dualismo se basaba en que el hombre estaba compuesto por dos sustancias diferenciadas, una somática -el cuerpo- y otra psíquica -la mente-. En cambio, el monismo defendía lo contrario, esto es, el hombre solo estaba compuesto por una substancia, sin diferencias entre mente y cuerpo. Desde aquel momento todo ha evolucionado mucho más y lo que se ha ido haciendo evidente es que la relación e interacción entre cuerpo y mente va mucho más allá de aquel antiguo debate. La realidad es que nuestras vidas, no solamente orgánicas, dependen estrictamente de nuestros recuerdos, de quiénes fuimos y con quiénes compartimos nuestras experiencias. Sin los recuerdos seríamos entes sin pasado y sin prácticamente emociones que nos ayudaran a recrearnos en experiencias retrogradas para consolidar nuestra personalidad. Las experiencias y los recuerdos dan base a la estructura plástica de nuestro cerebro, nos ayudan en los nuevos aprendizajes y a perfeccionarlos.

    El tío, tal y como comentas, dejó hace tiempo de recuperar sus recuerdos y su día a día es como un nuevo comenzar, como si volviera a tener que enfrentarse con las dificultades de los aprendizajes que su mermada memoria ya no puede recuperar, es decir, su mente dejó poco a poco de interactuar con su cuerpo, abandonando el dualismo, para formar un solo ente.

    Ciscu.

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