El joven escritor, vestido de forma elegante, caminaba deprisa en dirección al punto de encuentro. Nervioso, miraba el reloj una y otra vez. No quería llegar tarde a su cita. Mientras tanto, la bella dama esperaba en la puerta de un bonito café. Situado muy cerca del mar, el sitio había sido decorado con infinidad de motivos étnicos. Era un lugar muy acogedor.
Ella, por su parte, quería gustar al escritor. Estaba muy linda con su cabello largo, su bonito rostro y su cuerpo esbelto. Su forma de vestir también la convertían en una mujer con un aspecto muy interesante. Estaba nerviosa.
La emoción envolvió el momento en que se abrazaron por primera vez. Después, una intensa conversación, sonrisas tímidas y miradas eléctricas. También besos mojados, manos osadas y madrugada con sabor a ron, menta y limón cuando el escritor y la dama unieron sus cuerpos con el mar como testigo de un encuentro que hubiera podido ser eterno.
Cuando la luna apagó la celeste llama, la muchacha, en silencio, desapareció sin dejar rastro. Escondió su despedida entre excusas descreídas, mentiras absurdas, esencias imposibles y falsas promesas. Pasó el tiempo y ella no regresó. Pero su luz no se apagó. Permaneció oculta entre las estrellas del firmamento y desde la lejanía siguió alumbrando el camino del escritor.
Es imposible dejar de envolverse de emoción en estas líneas de la forma en que se relatan, esa dama más que con mentiras seguramente desapareció con excusas que ninguno creyó, sin duda ella jamás olvidó a su escritor y también lo busca en el firmamento, quien sabe haya un poco más que contar...Maravilloso Joss!
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